Andrey Zvyagintsev es hoy día, uno de los directores de cine más candentes e interesantes (personalmente hablando) de la actualidad. Su estilo labrado en base a los ecos de ciertos directores míticos nos puede recordar a mundos cinematográficos como el de Andréi Tarkovski o Michelangelo Antonioni, entre otros. Sin embargo, no tan alejado de esta realidad, se encuentra también una visión y un estilo concreto, personal, plagado de elementos que lo hacen único, irrepetible, y desde luego, enigmático. Sí, es cierto, como decía Bergman, cuando se ve algo bueno, hay que hacerlo propio, pero con personalidad, pues coger cosas de aquí y de allá a los maestros históricos del cine, siempre ha sido algo común en la historia no sólo de dicha disciplina, sino también, del arte en general. En palabras menores y escuetas, Zvyagintsev es ya, un consagrado artista de la industria que ejerce un elaborado y complejo entramado de imágenes inolvidables, historias frías a la par que desgarradoras, moralmente cuestionables, y sobre todo, críticas con nuestro tiempo actual, con nuestro presente. En este artículo intentaré analizar ciertos puntos clave para entender su mundo, su cine, sin entrar en profundidad en todas sus obras, pero si en sus formas y su contenido.
Una dirección más que efectiva, poética.
El estilo de Zvyagintsev se nutre de diversos elementos estilísticos heredados en cierto modo de directores mencionados al principio del artículo, pero sin duda el que más se hace notar es Tarkovski. Es como si juntáramos el peso estético de "Nostalgia" del maestro soviético, y el de "Desierto rojo" de Antonioni, con tintes de "Paisaje en la niebla" de Teodoro Angelopoulos, adaptándolo todo a una época meramente actual. En general, conlleva en sí mismo un estilo cinematográfico bastante introspectivo y complejo, pero a la vez, superficial, es decir, tangible, moral, y ético, incluso bastante común con respecto a esto último, terroríficamente común, constante en nuestros días. Una estética visual que encuadra las emociones de sus personajes en un manto de tristeza, nostalgia infinita por la ausencia de algo (ese algo que ya veremos más adelante), que enmarca el vacío vital y sombría vereda en la que se sumergen sus personajes, algo muy bien representado a su vez, por la reinante exposición baja (sin llegar a la subexposición pero que esboza una constante oscuridad) que se expresa en muchos de sus planos, junto a un contraste muy reducido, que denota una extrema palidez en sus imágenes. Todo esto, cogido de la mano de diversos problemas morales, de muchos de sus personajes, y que presenta una gran cantidad de simbolismos para nada casuales. La belleza de sus planos y sobre todo, planos secuencia, reside en la sutileza y cuidado con el que estos están tratados, posicionamientos de la cámara, espacios negativos y positivos sumamente medidos, todo, para conformar una expresividad máxima tanto del entorno como el de sus personajes y como se funden entre ellos, junto a una gamma de colores fríos presente en todas y cada una de sus películas, una sutileza excepcional con la que genera un efecto hipnótico en muchos de sus planos, generado por el carácter contemplativo ya mencionado, además de la repartición de elementos en cámara, es decir, de la puesta en escena y de la composición, tampoco casuales. Su cine utiliza la imagen como eje de expresión artística para narrar sus historias, algo muy importante para comprender su lenguaje.
"El destierro" (2007)
En ocasiones, utiliza los espacios para introducir a sus personajes, en "otro" mundo, lugares a los que los protagonistas viajan por algún motivo u otro con una intencionalidad detrás. En películas como "El regreso" o "El destierro", presentan lugares concretos donde el desarrollo de sus personajes comenzarán a tener un proceso catártico o de inflexión en sus vidas, véase la isla en "El regreso" como un lugar al que los jóvenes protagonistas se adentran para enfrentarse a las puertas de su próxima etapa, lejos ya de la niñez, donde se produce el característico suceso y el mayor punto de inflexión en la trama, o "El destierro", donde el aparente lugar lejano de toda civilización, que parecía ser el paraíso de la paz, se convierte en el mismo sitio donde los protagonistas comenzarán a presenciar en sus propias carnes, la destrucción y la violencia no física más terrorífica y que pondría el inicio de un dilema que traería consigo un fuerte desenlace, de como un castillo de naipes es capaz de caerse en el momento menos esperado. Sin embargo, en películas como "Helena", "Leviatán" o "Sin amor", no se encuentra de forma tan clarividente esta cuestión, a pesar de que en "Leviatán", ciertamente el espacio o zona de confort del protagonista representa en cierto modo su vida, su pasado, su memoria como ser humano, y esto entra en conflicto con la problemática de la trama, y de como el sistema, en sí, devora al protagonista sin ningún tipo de escrúpulos, un protagonista que no sólo se ve reflejado en su propia personalidad, sino también en su propio hogar, la zona de la que hablamos, puesto que ese es su pasado, donde se ha criado, donde trabaja, es, él mismo. Es así como posteriormente vemos ese derrumbamiento de la casa de lo más espeluznante, y precisamente, se da cuando el propio protagonista, ya se encuentra completamente destrozado, desmoralizado, deshumanizado, una escena metafórica que representa la caída completa del personaje, pero esto es una cuestión simbólica que trataremos más adelante. En general, los espacios y el entorno físico general que rodea a los sujetos, no sólo es un mero retrato frívolo de la Rusia contemporánea actual, también es el lugar que están construyendo ellos mismos, y a su vez, de forma paradójica, es algo que ya recibieron con antelación, es decir, en Zvyagintsev se deja leer entre líneas la narrativa de esos escombros de la sociedad post soviética heredada, y lo que representa actualmente según él mismo.
El heredar la "maldición" es algo que se presencia en todo momento, esto es, que los hijos de los protagonistas/niños en general, sufren de un fuerte desinterés por su futuro, y están carentes de cualquier hecho más allá de vagabundear de allí para acá, sin rumbo fijo. Presenta una generación sin fronteras visibles, crecida en la violencia, el desarraigo o la ausencia de cariño, y el maestro ruso sabe muy bien como ligar esto con respecto a sus protagonistas adultos, los cuales son personas completamente comunes y normales, que parecen sostener unos estándares por lo general, negativos, de irresponsabilidad completa, de miedo al compromiso, envueltos en un halo un tanto oscuro, incluso se podría decir, que en algunos de sus films como en "Sin amor", se vuelven en cierta medida en una narración un tanto distópica, donde ya no sólo se refleja el mundo en sí mismo, sino también, una tendencia a la tecnología y su adicción a ella, una policía que es completamente ineficiente y un pueblo que debe juntarse para ayudarse entre sí, al margen del sistema. Concluyendo así, en que otro de los pilares en los que insiste Zvyagintsev y que considera un bucle infinito de progresiva autodestrucción, la institución de la familia en sí misma. Hay un punto en común en todas sus películas, y es que en cada una de sus tramas, las familias protagonistas se ven completamente afectadas por los problemas existentes, divorcios, falta presencial de figura paterna o materna, etc. Siendo así, una crítica hacia algo que poco a poco, va desapareciendo, se va difuminando, algo que cada vez, se vuelve más hueco, y genera problemas en las generaciones venideras.
"Sin amor" (2018)
El silencio en sus películas es algo esencial para meternos de lleno en un mundo plagado de dilemas éticos, denuncias de valores sociales estructurales, o simplemente un ambiente callado de casi indiferencia pura, las bandas sonoras en su cine son escasas pero contundentes. Los personajes, igual de fríos que su entorno, muestran en muchas ocasiones una actitud tóxica que se refleja no sólo en sus actos, sino también en las conversaciones personales con otros personajes de la trama, en su forma de pensar. El hueco para los diálogos es claro, en muchas ocasiones filosóficos, dejan entre ver el dilema propuesto sin excesivo detalle y sin caer en la pedantería, ya que es un trabajo que se reparte equitativamente entre el propio ejercicio evocado con la cámara, y propiamente dicho, las palabras de los protagonistas. Los planos suelen ser pausados y muy contemplativos, y sus movimientos ya sean en travelings o en giros suelen ser muy suaves y cautelosos, dando una sensación de molde a la imagen. Esto es curioso, porque en muchas ocasiones ciertos momentos de tensión son llevados de esta forma, lo que parece llevar consigo el mantener una carga de emoción contenida que nunca sabemos cuando va a explotar, y cuando lo hace, se hace palpar. El lenguaje, en general, habla más por los fotogramas, movimientos y posición de cámara, que por los personajes, que por sus palabras, una forma de expresión que conlleva el lirismo más puro y con ello, una dirección, en general, de lo más poética.
"El regreso" (2003)
La imagen y su poder.
Los árboles, los marcos, los espejos, la lluvia, las fotografías (en papel), los ríos... El cine de Zvyagintsev está plagado de simbolismos, pues en muchas ocasiones, sus intenciones con respecto a X imágenes narrativas no son meramente para hacerte pararte a mirar, no es una contemplación ni una cámara lenta gratuita, es intencionada, reflexiva, llena a veces un tanto de misterio, misticismo y en general, una mirada hacia adentro. Una de las primeras ocasiones en las que se muestra esto es en "El regreso", pues en su primer film ya denotaba esta obsesión por el simbolismo, por lo catártico y lo representativo. En esta película el símil más pesado de todos es la isla hacia la que viajan, un lugar concreto, como así lo podríamos asemejar a lo que era en "Stalker" de Tarkovski la "zona", un lugar donde se cumplían todos los deseos, un lugar en el que no podía perderse la fe, en este caso, la isla representa las puertas hacia la madurez, un paso que debía darse de una vez por todas, y sobre todo, una catarsis que tenía que ser completada, un destino obligatorio y escrito, una purificación absoluta, un lugar fuera de la auténtica "realidad", un lugar casi mitológico. El plano presentado arriba es justo una representación del enfrentamiento con respecto a esa prueba, como un horizonte que debe superarse sin más.
"El regreso" (2003)
En "Elena" también se representa ciertos simbolismos, pero el más clarividente de todos es el del inicio, ese cuervo posado en el árbol que grazna de cara al hogar de los protagonistas, consta un presagio previsto desde el primer plano de la película. Los propios personajes principales sostienen roles distintos que definen de donde provienen y cual es su estatus social, y de como uno de ellos es subordinado casi de forma inconsciente por el otro. Los espacios que rodean a ambos incluso dentro del mismo hogar también es bastante diferencial, y se llega a dudar bastante de cual es la función de la propia Elena, algo que se va desvelando poco a poco en el desarrollo de un dilema moral difícil de resolver.
"Elena" (2011)
Las ramas de los árboles en si, son uno de los entramados simbólicos más presentes en su filmografía, las interpretaciones pueden ser varias, pero dado a su recurrente presentación y enfoque, puede que se trate de una representación de lo que vendría siendo la familia, la institución como tal, es decir, una red compleja que crea algo mucho más grande, y que se resquebraja poco a poco. La familia es uno de los ejes principales en el cine de Zvyagintsev, y así lo muestra en todas y cada una de sus películas, pues todas son dramas familiares en cierta medida y a su vez, denuncias sociales, y esta familia, simbólicamente se presenta de diferentes formas, ya sea resquebrajada, con las ramas completamente partidas y caídas, como en "El regreso" ,"Sin amor", o ya sea para remarcar meramente el tema principal de la película, para enredar y presentar uno de los problemas principales propuestos, como en "El destierro", "Elena", o "Leviatán", es decir, la dualidad entre familias a punto de quebrarse, y familias ya quebradas. Aunque quizás "Leviatán" es la que más se separa de este significado, dejándolo más de fondo para centrarse en otras cuestiones, a pesar de ello, en la propia película, se nos presentan dos maravillosas imágenes simbólicas y crudas, incluso desgarradoras, de la denuncia social y política que supone el film, pues es ya mítica la imagen del niño desolado frente al enorme esqueleto del animal marino en un lugar seco y falto de mar, o a la destrucción del propio hogar del protagonista, una amarga declaración por parte del director de como el sistema termina destruyéndonos como seres humanos, es decir, nos deshumaniza y nos vuelve vulnerables, nos devora, y como esto es una cuestión que afecta a los que nos vienen detrás.
"Leviatán" (2014)
Un retrato social extrapolable
En definitiva, el cine de Zvyagintsev no es sólo un mundo plagado de simbolismos, referencias bíblicas, e introspección, también se trata, a medida que desarrolla su estilo, de una profunda denuncia social, no sólo ya hacia el país que lo vio nacer (la URSS y actual Rusia), sino también una denuncia universal de hacia donde se están dirigiendo nuestros valores y nuestra moral, nuestro ser humano a gran escala y en todo occidente (y no únicamente occidente), de nuestra actualidad, nuestro presente, el sistema en el que vivimos. Los niños y niñas están cada vez más en peligro, las generaciones venideras están condenadas a una maldición ejercida por un Leviatán gigantesco, que nos aplasta, que nos engulle, que hace de este mundo un lugar más inhóspito, que devora nuestras almas, y nos hace caer en una espiral de egocentrismo, vicios y falsedades. Pero no os preocupéis, ya existe Zvyagintsev para retratarnos tal y cómo somos, para retratar, en definitiva, el verdadero y actual rostro humano.
Lo que significa y con lo que termino en conclusión acerca del cine de este maravilloso director que tan intrigado me tiene y espero con ansias su siguiente film (espero que tenga en mente seguir haciendo cine), es que sus películas no sólo nos sirven para entender mejor a la sociedad rusa actual contemporánea, también nos sirve para mirarnos hacia nosotros mismos, nuestros defectos, nuestra más que dudosa actitud, ese algo que es negativo para nosotros que existe tanto ahí fuera como aquí dentro, hacernos reflexionar, y ponernos en marcha para darnos cuenta y despertar, antes de que sea demasiado tarde, a aprender a corregir esa normalidad tan inmanente que llevamos dentro, para precisamente poder construir, un futuro mucho mejor.








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