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Sensacionalismo mediático.

Joseph Pulitzer, periodista húngaro, considerado el padre del sensacionalismo mediático.


El sensacionalismo es siempre la raíz opuesta del raciocinio, de donde surgen ramas completamente distintas y, por tanto, conclusiones a nivel epistemológico opuestas. El efecto de los llamados mítines políticos y discursos televisivos corroe por completo la conciencia del votante, distorsionando la realidad propuesta por uno u otro determinado partido político, es decir, su programa electoral, su propuesta real. Si bien es cierto que realmente el discurso de los representantes representa (valga la redundancia) cierto grado de los ideales de una formación política para las elecciones, también es cierto que no forma más que el porcentaje del representante que relata el discurso. En otras palabras, el representante que sale al atril verdaderamente no muestra en su totalidad la estructura ideológica de partido, y es algo con lo que se confunde constantemente. Pensar que el cambio de un representante político no encauza un verdadero cambio dentro del mismo partido es falso, porque desafortunadamente, el discurso gana más votos que el programa. El líder del partido, sus representantes y su mero discurso puede generalmente cambiar la idea en relación con la población sobre el mismo partido, de igual manera que puede suceder lo mismo también  con el hecho de la lectura de su programa electoral. El sensacionalismo también eclipsa por completo otro tipo de cuestiones que están ligadas de forma directa a los sucesos de nivel global, es decir, de los conflictos o intereses geopolíticos que nos afectan a pesar de vivir en la otra parte del mundo. Las cuestiones relacionadas con el poder real en nuestro mundo y en el de tantas sociedades existentes en los lugares donde vivimos, son realmente ignoradas por el espectáculo mediático, que convierten las noticias en repeticiones constantes de sucesos ya ocurridos hace un tiempo, es el caso de la muerte preventiva de un individuo concreto, el caso de una violación, o cuestiones que ocurrieron hace escasas semanas, de lo cual ya se informó en su momento y se repite paulatinamente a lo largo de los meses. Cómo por ejemplo el caso del niño caído en el pozo "Julen", una situación rememorada constantemente en España durante todos los días durante muchas semanas, es decir, se utilizan noticias recicladas para taponar la salida de muchísimas otras noticias procedentes de diferente naturaleza, y de paso, para ganar audiencia. No quiero decir con esto que lo anterior nombrado carezca de importancia, sino que existe un interés en repetir las noticias ya publicadas para extender un eco sensacionalista, mediante el cual cubrir el resto de sucesos de urgente importancia para lograr entender, al menos en un grado mínimo, resumido, y necesario, los sucesos que superponen los hechos que ocurren en nuestro mundo a nivel político, social y económico, y que afectan el funcionamiento del mismo. El sensacionalismo político lo es también a nivel social, y distorsiona las ideas de la gente, las moldea a gusto de los poderosos, la llamada hegemonía, de quienes controlan realmente el mundo. 

EL TEATRO MEDIÁTICO.

Las retransmisiones de las declaraciones en vivo (no necesariamente), constituyen en sí mismo el discurso identificatorio de un partido político per se. Sea un discurso dado en pleno congreso de los diputados, sea un discurso dado mediante la televisión o medios de comunicación, se produce una reducción de los ideales de un partido político, lo que hace menos transparente lo que son realmente, porque este tipo de actuaciones permiten ser una cortina de humo prácticamente para todo lo que es en sí el partido que representan al completo. Los discursos políticos retransmitidos en los medios de comunicación son tan eficaces, que pueden llegar prácticamente a todo el mundo por diversos medios al alcance de casi todo el pueblo (siendo del país en cuestión), y es, además del televisivo que es el medio todavía más vivo para este tipo de cuestiones, las redes sociales. Twitter, Facebook, etc. etc... Se han convertido en una especie de televisión 2.0, o en su consecuencia, una forma de poder ver lo que en su momento concreto no pudiste ver en televisión aquella noche que retransmitieron tal o cual reportaje, tal o cual discurso político. Por otro lado, se encuentra esta capacidad por parte de las cadenas de llamar la atención de la gente con sus impresionantes cámaras, equipos y espacios donde se desarrollarán este tipo de encuentros de debate. Con un plató inmenso, con una retransmisión en vivo incluso horas antes previas, unas cámaras y un equipo de grúas, raíles etc. Por otra parte, esa musiquilla de fondo que ponen siempre, por otra parte, los presentadores de televisión y tertulianos especulando sobre cómo será el debate y quien es el que sostiene más probabilidades de ganarlo. Como por ejemplo ocurrió en este último debate previo al 10 de noviembre antes de las elecciones.

Otra cuestión que ejerce el cerco mediático es, en cuanto no sólo ya a los debates políticos, sino también a la redirección de los problemas realmente políticos a niveles de escala internacionales, las exigencias de la comunidad globalizada. Sabemos de sobra hoy en día que las soluciones a los graves y grandes problemas económicos y, por ende, sociales, se mascan en torno no sólo a los fallos cometidos por los políticos en sus gestiones, sino también por las duras directrices de los mandatos que provienen, en este caso, de la Unión Europea, el FMI, o el BCE, organismos supranacionales que exigen a los países una serie de rendimiento económico concreto, es decir, por el absoluto proceso de globalización aun no completado. Acerca de este tipo de cuestiones que realmente sí son publicadas (por lo general, no en los medios mayormente convencionales), sólo que no ocupan grandes portadas de periódicos nacionales, ni se les dedica más de escasos segundos a informar sobre ello por televisión, son cuestiones que van más allá de las noticias nacionales a nivel político y social, un corral repleto de cuestiones aun sin ser mostradas de la misma forma en los medios de comunicación más recurrentes. Esto se oculta mediante los llamados “snacks informativos”. Estos snacks informativos consisten en pequeñas noticias que tienen que ver directamente con individuos en concreto, y no en sí con una información de real importancia, o de lo que todo el mundo deba estar informado porque consta de un suceso que afecta a X cuestiones importantes a nivel social, económico y político. Tal puente se rompió no sé dónde, “miren lo que hizo este hombre o esta mujer”, “¿cómo ha terminado ese coche ahí?”, un político tuvo un lapsus en mitad del congreso o un discurso, etcétera, etcétera. 

Los intelectuales en la presencia de estos grupos mediáticos por lo general suelen ser un punto de inflexión en sí mismo. Los intelectuales son los encargados de crear y transmitir ideas (muy resumidamente), y a estos se les da un espacio de debate tertuliano en el que puedan expresar con claridad estos mismos ideales. El problema reside en cuanto al resultado de la enorme mayoría de estos debates en televisión. Siendo más concretos, cuando se reúnen en La sexta noche, Espejo público, El gato al agua etc, en muchas ocasiones, por no decir que la mayoría de ocasiones, por no decir, más exactamente, el noventa por ciento de ocasiones, el debate termina por ser verdaderamente un centro de discusión donde se desapegan de un análisis informativo y se vuelve más bien una sección de columna televisiva completamente subjetiva y sensacionalista. En conclusión, los espacios mediáticos, que son una parte fundamental (televisión, redes sociales, periódicos, radios etc) de la hegemonía de pensamiento para la clase dominante, no son más que, en realidad, un espacio que más apegarse a la información y el ofrecimiento del raciocinio, es un espacio que, y lo afirmo rotundamente, se trata de evocar precisamente todo lo contrario, la información tergiversada, incompleta, el sensacionalismo barato, y en conclusión, un objeto más de consumo vacío para nuestra sociedad en general. Un apartado más, dentro de la sociedad de consumo. 

LOS ATENTADOS EN FRANCIA Y “EL EFECTO BANDERA".  LA REPERCUSIÓN DE LA INJERENCIA. 

 Los atentados en Francia del 13 de noviembre de 2015 fueron para la comunidad europea, el 11S traído al otro lado del charco. Cuando ocurrieron los susodichos atentados, los medios de comunicación y las redes sociales comenzaron a ametrallar mediante informativos constantemente con información precisa sobre quienes produjeron el atentado, como lo hicieron, llamando a varios “expertos” a plató en vivo para hablar sobre estas cuestiones. Pasaron semanas y meses hablando de la desgracia del pueblo francés, “¿por qué a ellos?”, se cuestionaba mucha gente. Hablaban constantemente acerca del cambio de actitud radical de la gente que perpetró los atentados que anteriormente según X personas e investigadores eran normales, sólo que, claro, se volvieron radicales de la noche a la mañana. Esto es una afirmación que se sostiene a nivel popular, ignorando los motivos geopolíticos que lleva detrás.  

Quizás existen dos sucesos (principalmente) con los que en aquel preciso instante se podría haber difundido, y se hizo, salvo que quizás, no con la eficacia que se debió haber hecho, para entender posteriormente el procedimiento por el cual se llevaron a cabo dichos atentados. El primero de todos y más evidente fue el del caso de la “Operación Chammal”. La Operación Chammal consistió en una serie de bombardeos aéreos quirúrgicos y estratégicos en las ciudades de Libia, Iraq y Siria, las capitales del Estado Islámico. Posteriormente, durante los siguientes meses de aquel 19 de septiembre de 2014, se perpetraron varios bombardeos más sobre el EI, previos detonantes decisivos para la decisión del propio Daesh en atentar contra la capital de Francia. Esta serie de atentados respaldados por el resto y mayoría prácticamente absoluta de los países europeos, fueron básicamente el principal motivo de esta serie de atentados en Francia, y por supuesto, en el resto de países en los que posteriormente ocurriría una oleada de atentados terroristas, precisamente países que a su vez respaldaban los bombardeos también ejecutados por parte de EEUU, dándose en varias zonas siendo estas, Reino Unido, Bélgica, Dinamarca, España y Alemania. 

Anterior a todos estos atentados, por supuesto, el EI lanzó una serie de amenazas con las que anticipaban dichos atentados, la cual en los medios de comunicación no se pronunciaron, porque claro esto significaría masificar las noticias también de los anteriores bombardeos etc por parte de Europa y Estados Unidos. Otra cuestión clave, fue sin duda la dimisión del jefe del tribunal, encargado de la lucha del terrorismo, afirmando que estaban al caer dicho suceso, lógicamente, de forma no concreta (dos semanas antes de los atentados), cuestión que tampoco salió en los medios, y así fue. Dos semanas después de este último suceso tenemos los atentados en Francia y la masificación de las noticias morbosas sobre quiénes eran los que ejecutaron el atentado y cómo lo hicieron, mostrando a su vez constantemente los vídeos de los asesinatos por las calles de París y la gente agonizando, algo,que sobraba por completo retransmitir, y menos, en el amplio espacio de tiempo en el que lo estuvieron haciendo. 

Así entonces se produjo el “efecto bandera”. Una oleada de fotos de perfil con la bandera de Francia en facebooktwitter y demás redes sociales para mostrar “solidaridad” con el pueblo francés, siendo esto una manta, un muro para el pueblo el cual decide antes mostrar su lamento y sobre analizar repetidamente lo narrado por la prensa y la televisión, que ceñirse ante los motivos lógicos que llevaron a cabo en si los atentados. Es decir, el efecto bandera” sirvió como un escudo para sostener el cómo, frente al descubrimiento real del por qué. En otras palabras, al sensacionalismo frente al raciocinio. Una labor en su mayoría llevada a cabo por los medios de comunicación. Un efecto completamente creado por la televisión y los periódicos, y también los gobiernos, quienes a su vez son igual de responsables de todo aquello, y de lo que por supuesto, todavía no nos hemos librado.

LA CONCLUSIÓN RESUMIDA DEL “¿CÓMO?” VS EL “¿POR QUÉ?”. 

En conclusión, esperemos que la labor de ciertos periodistas valientes pueda surgir y hacer informar acerca del verdadero por qué de las cosas, o al menos de una versión a apegada a esto, dentro del problema estructural de los medios de comunicación más masivos y gigantescos, que se dedican a propagar el cómo, retransmiten constantemente y de forma morbosa las imágenes que generan sensación en la población de quienes las presencia, y no se dedican a propagar el porqué de tantos temas que corroen a nuestra sociedad, y que son tan importantes, para por lo menos, entender un pequeño atisbo de la realidad en la que vivimos. 

Comentarios

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