Paco Ignacio Taibo II es hoy un ejemplo
intelectual y político mejicano, escritor de novelas negras y demás títulos
biográficos cómo: "Ernesto Guevara, también conocido como el Che".
Sindicalista y miembro del partido Morena, en México, Paco es sin duda una de
las personalidades de la izquierda sudamericana más transparentes y cercanas al
público, con un pasado ancestral turbio durante la época de la guerra civil en
España. Su abuelo paterno, Benito Taibo, formaba parte de la dirección del
Partido Socialista. Participó a la insurrección del ’34 y a la Guerra Civil del
’36; el hermano de su abuela paterna fue director del diario socialista “El
Avance” y ambos fueron prisioneros en las cárceles franquistas por sus
actividades e ideologías políticas.
Su abuelo materno proporcionaba armas de
contrabando a los anarcosindicalistas y durante la guerra civil, armó un
pesquero y combatió su guerra contra el franquismo, hasta que murió con
todo su equipaje, cuando sus enemigos hundieron su embarcación.
Fue muy difícil vivir en un país fascista
para una familia con semejantes raíces, así que la familia Taibo decidió
marcharse de España para instalarse en México, donde fue acogido y bien
recibido por la izquierda.
En México, su padre trabaja como
periodista de televisión hasta 1968 cuando, frente a la represión sangrienta del
Movimiento Estudiantil, decide dejar su trabajo en la televisión, ya que
consideraba que se limitaba mucho su libertad de expresión, y vuelve a su viejo
amor, la prensa.
Paco se dedicaría a la prensa, a
formar parte de sindicatos mejicanos, a escribir, y a repartir su sabiduría a
lo largo y ancho de todo el país, dando conferencias en todo tipo de recintos
al aire libre y cerrados. Su amplio repertorio de escritos sería destacado
sobre todo por las novelas negras. Su visión a cerca de la importancia del
periodismo la logra plasmar en su libro: "Sintiendo que el campo de
batalla". He aquí el texto; «Es la última pinche barrera que
nos impide caer en la barbarie. Sin periodismo, sin circulación de información,
todos levantaríamos la mano cuando el big brother lo dijera. Es la voz de los
mudos y el oído extra que Dios le dio a los sordos. Es el único pinche oficio
que aún vale la pena en la segunda mitad del siglo XX. Es el equivalente
moderno de la piratería ética, el aliento de las rebeliones de los esclavos. Es
el único puñetero trabajo divertido que aún puede practicarse. Es lo que impide
el regreso al simplismo cavernario. Contradictoriamente, es un asunto donde
nuevamente hay cosas eternas: la verdad, el mal, la ética, el enemigo. Es la
mejor literatura, porque es la más inmediata. Es la clave de la democracia
real, porque la gente tiene que saber qué está pasando para decidir cómo se va
a jugar la vida. Es el reencuentro entre las mejores tradiciones morales del
cristianismo primitivo y las de la izquierda revolucionaria de fines del siglo
XIX. Es el alma de un país. Sin periodistas todos seríamos muertos y la mayoría
ciegos. Sin circulación de información verídica todos seríamos bobos. Es
también el refugio de las ratas, la zona más contaminada, junto con las fuerzas
policiacas, de toda nuestra sociedad. Un espacio que se dignifica porque lo
compartes con los tipos más abyectos, más serviles, más mandilones, más
corruptos. Y por comparación te ofrece las posibilidades de la heroicidad. Es
como si metieran el cielo y el infierno en una licuadora y tuvieras que
trabajar en movimiento. Es una albañilería del sentido común...»
Desde La morgue de lo subjetivo, le recomendamos
todo tipo de entrevistas y reuniones de este señor que pueden encontrar
fácilmente por internet, sin duda alguna también es recomendable leer muchos de
sus libros, donde se vuelca en ellos con gran pasión.
genio.
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